Neuromoduladores (Botox) para mejorar el acné

El uso de Botox para el acné es un tema de interés creciente, sin embargo, eso no significa necesariamente que las inyecciones de Botox deban reemplazar el tratamiento de las manchas de ácido salicílico u otros principios activos. Esto es lo que necesitas saber…

¿Cómo se relacionan el bótox y el acné?

Definitivamente hay un vínculo. Existen estudios in vitro e in vivo que relacionan el Botox y el acné. También hay mucha evidencia anecdótica.

Para comprender el vínculo entre la toxina botulínica y el acné, primero es importante comprender la patogénesis de este último. Hay cuatro factores clave en juego en el desarrollo del acné:

._. Aumento y alteración de la producción de sebo,

._. Gérmenes,

._. Proliferación y adhesión anormal de las células de la piel que conduce a la obstrucción de los poros,

._. Inflamación.

La mayoría de las investigaciones actuales sobre los neuromoduladores y el acné muestran que funcionan en el primero de esos cuatro factores: la producción de sebo o grasa.

«La toxina botulínica bloquea la liberación de un neurotransmisor conocido como acetilcolina, que se une a ciertas células».

Cuando se usan inyecciones de Botox para tratar las arrugas, el bloqueo de la acetilcolina finalmente evita que los músculos se contraigan y formen esas arrugas. Pero nuestras glándulas sebáceas también usan acetilcolina de diferentes maneras a lo largo de todo el proceso de producción de sebo. Al enfocarse en la forma en que funciona la glándula sebácea, se está abordando instantáneamente uno de los principales culpables que causan el acné. Además, existe la creencia de que la toxina botulínica afecta a las glándulas sebáceas al causar parálisis del músculo «arrector pili» de la unidad folicular, la combinación del cabello y la glándula sebácea, que normalmente se contrae para secretar sebo en la superficie de la piel.

Dicho esto, el Botox también puede afectar algunos de los tres factores restantes que causan el acné. Un estudio descubrió que la toxina botulínica previene la liberación de una sustancia inflamatoria conocida como sustancia P, que actúa esencialmente como un antiinflamatorio.

En el caso del acné, esto podría ayudar a resolver parte de la inflamación en el folículo piloso desordenado.

Para finalizar también hay pruebas que sugieren que la toxina botulínica puede incluso cambiar la forma en que las células de la piel proliferan en exceso y comienzan a volverse «pegajosas», lo que mitiga la probabilidad de que se obstruyan los poros.

¿En qué tipo de acné funciona mejor la toxina?

Dicho todo esto, en Una revisión reciente de seis estudios que analizó el efecto de la toxina botulínica sobre el acné encontró que, en todos los casos, el efecto principal fue una reducción del sebo en lugar de sobre comedones, pápulas de acné, nódulos o quistes. En otras palabras, se ha demostrado que el Botox disminuye la producción de grasa, lo que, sí, definitivamente juega un papel en la formación del acné, pero su capacidad para eliminar las espinillas sigue siendo más anecdótica que cualquier otra cosa.

De cualquier manera, dado que su principal mecanismo de acción involucra a las glándulas sebáceas, es lógico pensar que sería más efectivo para los comedones que están más relacionados con la grasa (puntos negros, puntos blancos) que para los quistes profundos. En otras palabras, el uso de Botox para el acné quístico probablemente no será una cosa en el corto plazo.

¿Cuál sería la mejor técnica de inyección del neuromodulador?

Cuando se inyecta Botox en el músculo, se obtiene cierta cantidad de difusión, lo que significa que potencialmente puede llegar a la glándula sebácea, pero el mejor efecto se logra cuando es microdosificados a un nivel más superficial:

Lo más cómodo y seguro es utilizar un dispositivo de microagujas para administrar diferentes productos en la piel. diluido con solución salina para crear una mezcla acuosa que puede fluir fácilmente a través de las agujas superfinas. Es posible administrar productos a través de un dispositivo tradicional de microagujas, siempre que la profundidad de las agujas se ajuste correctamente. Las agujas tradicionales de microagujas miden entre 2 mm y 2,5 mm, mientras que lo ideal es que fueran de menos de 0,5 mm para asegurarse de que la neurotoxina no penetren demasiado en la piel y causen efectos secundarios.

Por supuesto también realizan este tipo de inyecciones superficiales manualmente. Pero cuando es en toda la cara no es fácil, ni seguro inyectar manualmente tantos puntos.

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